lunes, 25 de agosto de 2008

Parábola del Fariseo y del Publicano

"Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios ten compasión de mí que soy un pecador. Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado"

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